martes, 22 de mayo de 2012

Consejo Andaluz de Participación de las mujeres

CEAMI se une a las barreras que aún (en el siglo XXI) existe para la igualdad de sexos.

 

La equiparación jurídica del hombre y la mujer ha avanzado en España en los últimos años, pero la meta de la necesaria igualdad entre los dos sexos está todavía lejos. El mandato constitucional es, sin embargo, inequívoco cuando prohíbe la discriminación por razón de sexo y ordena a los poderes públicos (artículo 9.2) "promover las condiciones para que la libertad y la igualdad (...) sean reales y efectivas", así como "remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud".

La sociedad, todavía liderada por hombres, no hace esfuerzos para alcanzar la igualdad. Y cuando los reclaman las mujeres en las empresas, suele contestárseles que el ámbito es el sector público. En realidad, el sector privado resulta afectado por la prohibición constitucional de la discriminación y por los efectos del mandato a los poderes públicos para que promuevan la igualdad. Late entre los hombres la convicción de que las mujeres ya están en muchos sitios. ¿A dónde más quieren llegar? ¿Qué necesidad hay de que estén en un consejo de administración si estos órganos directivos vienen funcionando normalmente sin apenas mujeres y no pasa nada?

Frente a las cuotas obligatorias de presencia femenina en puestos empresariales de mando, se argumenta que el criterio óptimo de selección es el mérito y la capacidad. Pero existen empresas con una cantidad mayor de mujeres que de hombres -procedentes en ambos casos de una Universidad paritaria en donde el rendimiento femenino supera al masculino- y, sin embargo, el ascenso de las mujeres a los cargos directivos es muy minoritario.

 Y aporto el dato de que en los colegios -en los mixtos, claro- ya aprecio que espontáneamente chicos y chicas juegan juntos al fútbol con total normalidad.
Uno evoca los esfuerzos que se hacían, a principios del siglo XX, para justificar que las mujeres no pudieran votar: se argumentaba incluso que su voto sería conservador, como si alguien tuviera derecho a meter las narices en el sentido del voto. ¿Y la prohibición del sacerdocio? ¿También por la dureza física de ese ministerio o simplemente porque a la mujer no hay que darle poder? Basta que trabaje.
El propio Tribunal Constitucional, a contracorriente de la costumbre de que el cuidado de los hijos caiga sobre las madres, ha amparado recientemente el derecho de un padre a cambiar su turno de trabajo para atender a sus hijos. El fallo avanza hacia la igualdad de sexos, en contra de la normativa y la práctica jurídica, que facilita la conciliación de la vida familiar y laboral únicamente de las mujeres.
¡¡La igualdad de sexos no es un reto es un derecho!!

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